Geología de los Cuerpos Igneos

La Tierra es un planeta que aún no se ha equilibrado térmicamente, por lo cual presenta un gradiente térmico entre el núcleo y la superficie, que provoca el flujo de calor desde el interior del planeta hacia el exterior. La temperatura del núcleo no es conocida con precisión porque su determinación es compleja debido a la variedad de gradientes térmicos que existen en la Tierra.
La razón de que haya más de un gradiente térmico se debe a las diferentes composiciones y propiedades reológicas de las capas que componen la Tierra: corteza, manto y núcleo y que poseen diferentes maneras de transmitir el calor. Así, p. ej., en la mayor parte del manto y en la parte superior del núcleo, las rocas tienen un comportamiento viscoso-plástico en escalas de tiempos geológicos. Debido a esta propiedad, en este sector se desarrollan celdas convectivas que transportan el calor conjuntamente con el desplazamiento de la materia. Por el contrario, en la litósfera, como así también en la parte central del núcleo, no se desarrollan celdas convectivas, aún en escalas de tiempo geológicas, y el principal mecanismo de transferencia térmica es por conducción. En la actualidad se estima que la temperatura del interior del núcleo estaría comprendida entre 5.000 y 6.000 °K (Jeanloz y Romanowicz, 1997). La mayor parte del calor que posee la Tierra se debe principalmente al calor original atrapado durante la formación del planeta. En segundo lugar se encuentra el calor generado por los procesos radioactivos, cuya magnitud es significativa solamente en la corteza.
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