Será que somos retorcidos?

¡Qué retorcidos somos los humanos!, pienso. Pues ¿no sería más lógico acceder a la ternura por medio de gestos tiernos y no mediante el maltrato del cuerpo? Pues no. Somos así, una especie de lo más extraña y está claro que el BDSM excita y ha excitado desde tiempos remotos

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