Chrome OS: el punto de inflexión

Permitidme una reflexión:

¿Os acordáis de la PlayStation? De la PS1 quiero decir… Salió a la venta hace la friolera de quince años y tuvo un éxito tal, que siguió siendo la consola de videojuegos más utilizada durante más de un lustro después (incluso con la PlayStation 2 ya en el mercado). La de horas que nos habremos viciado Avatar y yo con juegos como el Resident Evil o el Gran Turismo.

Este dato histórico, aparte de servir para sentirme aún más viejo que ayer, me permite sacar del baúl de los recuerdos olvidados (sí, sí… no es una contradicción) la clave principal de dicho éxito: el precio. A cualquiera que tenga en mente la idea de que la calidad es directamente proporcional al precio, habría que traerle este dato a la memoria (incluso a los responsables actuales de PlayStation).

Y es que PS1, que salio al mercado por ciertas desavenencias entre Nintendo y Sony, que hicieron que esta última sacara su primera consola de videojuegos propia, con un formato que hasta el momento había traído solo fracaso en este sector (Atari, SEGA, Panasonic, Sanyo…), el CD-ROM, era, desde un aspecto puramente técnico, más bien pobre. Para agravar más la cosa, salió al mercado por un precio que rondaba solo los 300€ pre-crisis y, rápidamente, algunos avispados vieron las inmensas posibilidades que el formato traía. La piratería se cebó con la PS1 y los videojuegos que salían posteriormente al mercado, no tardaban día y medio en estar a la venta en el Top-Manta. Y por si fuera poco todo esto, se tuvo que enfrentar directamente al gigante del sector, Nintendo, que un año después sacaría una consola, Nintendo 64, que aplastaba tecnológicamente a la diminuta PS1.

Paradojicamente, y en contra de lo que cualquier analista comercial hubiera predicho, fue Sony la que aplastó a Nintendo (y de paso se llevo por delante a la fabricación de consolas por parte de SEGA). La piratería no solo no condenó al fracaso a PS1 y a Sony, sino que las catapultó hasta la cima más alta. PS1 se convirtió en el accesorio lúdico número uno de millones de hogares, gracias a que casi cualquiera podía hacerse con una y estar jugando años con un mínimo desembolso.

No me entendáis mal. No quiero hacer apología de la piratería, ni mucho menos. La contrapartida fue que el sector de los videojuegos sufrió un duro golpe… pero lo cierto es que, aún así, las empresas fabricantes de videojuegos seguían prefiriendo PS1 antes que a la Nintendo 64. Cuestión de costes, me digan lo que me digan. Y si los costes fueron importantes en aquella época ¿qué duda cabe de que en la coyuntura actual, son la espina dorsal de las decisiones corporativas?

Está anunciada para este verano, la llegada de Chrome OS: el Sistema operativo de Google para ordenador (no olvidemos que ya tienen Android). Y ahora explico el por qué de mi anterior reflexión.

Las comparaciones no siempre son odiosas


Chrome OS (hay que diferenciarlo de Google Chrome, que es el nombre del navegador de Google) es un proyecto de Google para traer al mercado un Sistema Operativo basado en la web. Un sistema desarrollado sobre un núcleo Linux, pero con una estética más «amigable» que la que los sistemas UNIX nos sugieren. En principio vendrá preinstalado solo en netbooks, pero es presumible que, si tiene éxito, aparezca una versión para PC.


Al estar basado en la web, se pretende que Chrome esté siempre conectado. Tanto es así que, según he leído, Chrome OS se preisntalará solamente con netbooks con 3G incorporado (aparte del WiFi), con una cuota de tarifa plana de 10 dólares al mes. Pero, obviamente, al ser un proyecto basado en un núcleo open source, el sistema podrá adquirirse libremente a través del proyecto paralelo Chromium OS (una política que llevan muchas compañías desarrolladoras de Linux, como Red Hat o Suse, con Fedora y OpenSuse respectivamente). Sin embargo, compañías tan importantes como HP, Acer, Samsung, Dell o incluso IBM a través de su filial Lenovo, se han comprometido a fabricar dispositivos con Chrome OS.

Y no puedo evitar las comparaciones: Google trae al mercado a su nuevo retoño en medio de verdaderos gigantes, Apple y Microsoft, que llevan décadas comercializando sus respectivos Sistemas Operativos, al igual que le ocurrió a Sony con su PS1. Chrome OS está basado en Linux y, aunque no se puede decir exactamente que Linux estuviera condenado al fracaso, al igual que el CD-ROM de la PS1, lo cierto es que entre la mayoría de la población del planeta, hablar de Linux es hablar de algo propio de los frikis más aislados de la sociedad. Pero, y aquí está el dato, Chrome OS es un sistema de código abierto y el abaratamiento de los costes es algo intrínseco a este tipo de desarrollo. Por lo tanto, si sumamos la inmadurez de lo novedoso (aparte de la experiencia adquirida con Android), el ostracismo de Linux y lo barato, tenemos una previsión pésima del proyecto… lo mismo que le ocurrió a la PS1, y espero que así sea. Porque lo que si es cierto es que no se trata de un proyecto de una empresa desconocida ubicada en una montaña perdida de China, sino de uno de los valores económicos más poderosos del mundo… y Sony también era (y es) un gigante.

Con estos datos, y sin haber podido ver aún el sistema ni haberlo podido probar, lo que si me queda claro es que Chrome OS va a suponer un punto de inflexión para el software libre. Y eso es porque este nuevo Sistema Operativo no va a pasar sin pena ni gloria, sino con una de las dos: o supone un fracaso estrepitoso de Google comparable al del Nexus One y, paralelamente, el entierro de las esperanzas de la comunidad open source de llegar a más gente, o se convierte en la mayor revolución en el mundo de los Sistemas Operativos, desde que Bill Gates le dijo a un empresario «oye tío, te vendo una cosa que no es mía y que ni siquiera la tengo aún» y, por ende, una brutal expansión de los sistemas Linux por el planeta.

Ya veremos, dijo un ciego… de momento nos vemos en junio (no yo… sino Chrome OS :-P).

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