A Sangre Fría, de Truman Capote

Esta novela ciertamente me admiró por varias razones. En primer lugar no es una novela al uso. Más bien pertenece a otro género, al género de “informe periodístico”, o a la historia o la biografía. Efectivamente, se trata de un caso real, investigado a fondo sobre el terreno, con miles de consultas a testigos y teniendo ante sí informes oficiales de la policía o los juzgados. Supuso para el autor y su amiga, la también asombrosa Harper Lee, la autora de “Matar a un ruiseñor”, seis años de trabajo, desde el suceso del crimen en 1959 hasta la publicación del libro en 1965. No es una novela, pero tiene toda la técnica y la potencia imaginativa de las buenas novelas. Es realista hasta el detalle, pero también lírica, bellamente descriptiva y llena de reflexiones morales. El crimen que estudia es ciertamente horrible y los dos personajes principales, los autores del mismo, poco simpáticos, sin duda alguna. Pero a pesar de todo ello, el conjunto de la historia resulta apasionante. Te mantiene el interés hasta el final a lo largo de más de trescientas páginas. En fin, una joya de la literatura universal.
Ahora estoy leyendo “Cuentos completos”, también de Truman Capote. Los leo sin orden, porque así los saboreo mejor. Ya hay uno que me cautivó y que recomiendo: “Recuerdo navideño”. Es como un poema todo él hasta el final. Presenta a un personaje maravilloso, que parece ser que existió en la realidad, la prima de Capote, Mistress Sook, una mujer de sesenta y dos años, que era su “amiga” entrañable, es decir, la amiga de un niño de siete años, que era él mismo, Truman Capote. Este cuento se puede completar con el otro, “El invitado del día de Acción de Gracias”, dedicado a su amiga Harper Lee, que enlaza con la novela de ésta, “Matar a un Ruiseñor”, y en el que reaparece la inenarrable Mistress Sook. Estos cuentos son autobiográficos. En la realidad se conocieron y convivieron todos estos personajes. En fin, Truman Capote, un gran escritor.
Hoy tendríamos que decir algo también de nuestro ilustre “compatriota”, Vargas Llosa, desde hoy premio Nobel de Literatura. Aunque nacido en Perú, fue en España donde se abrió paso como escritor y tiene la nacionalidad española. De él solo leí “La guerra del fin del mundo” y “Lituma en los Andes”. Por supuesto, me parece un buen escritor. Pensando sobre él me hacía esta mañana algunas reflexiones. Los escritores juegan siempre en el doble plano de la historia y la fantasía. Detrás de cada novela, por fantástica que parezca, hay siempre una realidad histórica, adornada, disimulada, “sublimada”, transformada. Es como en la pintura; resulta difícil pintar sin algún modelo delante, aunque luego el cuadro resulte bastante diferente del modelo. Vargas Llosa escribió además sobre temas reales. Para escribir “La guerra del fin del mundo”, un hecho real, que sucedió en Brasil a finales del XIX, si no recuerdo mal, se documentó durante años concienzudamente. Él menciona la Biblioteca del Congreso de Washington, donde trabajó para escribir esta novela, como quizás la mejor biblioteca del mundo. Y Vargas Llosa debe ser un trabajador incansable. Leyendo a estos novelistas nos preguntamos siempre: ¿Hasta dónde llega la historia y hasta dónde la mera “literatura”? Lo digo, sobre todo, por algunos pasajes de “Lituma en los Andes”, que me dejaron bastante impresionado. Qué cosa tan extraña es la mente humana.

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